jueves, 19 de marzo de 2009

Probando el producto autóctono, segunda parte.

Dicen que las segundas partes no son buenas, eso ya lo decireis vosotros.Como os dije hace ya tiempo… la cosa no acabó aquí, tenía una batalla abierta contra “la señora de rojo”. Así que quedé con las dos a la semana siguiente. No te gusta el caldo… pues toma dos tazas. Si no recuerdo mal, yo seguía con mi pene inflamado el cual me ardía al orinar, y con esa sustancia verde extraña que salía dentro de mí. Puedo interpretar, estimado lector que este nivel de descripción no sea del todo agradable, pero creo que es imprescindible para recordar en un futuro aquello que fui, o sea un infectado.

Si no recuerdo mal, el miércoles siguiente quedé con la chica rubia, la que no le daban espasmos para ir a tomar algo, la cosa es que quedamos, yo llegué tarde mis 10 minutos de rigor, pero avisando antes obviamente vía sms, ya que estoy en Alemania y me estoy civilizando.

Fuimos a tomar una cerveza, y estuvimos hablando fluidamente hasta que terminamos y nos fuimos a su casa, si así, sin más dilación, es lo bueno de los alemanes/nas que son muy efectivos y se dejan de rodeos inútiles. La cosa, es que llegamos a su casa, y esta vez no le dejó nota al hermano ya que se había encargado previamente de mandarlo a casa de la novia a dormir. Eso si que es tener las cosas bien preparadas. Así que misma habitación, misma chica, diferente semana, diferente todo… y allí estuvimos, yo me alegraba de estar en ese frío país, viva la caída del muro, y viva la madre que parió a la chica esta. Y allí estuvimos un buen rato, ¡Tiki-taca Salinas! A eso de las 12 me fui, ya que al día siguiente tenía que ir al médico pero antes de ir a casa me pasé por un bar donde estaban unos amigos a tomar una cerveza. Lo curioso de esa noche fue el “rastro” que me dejó impregnado, ya que después de lavarme las manos tres veces con jabón, yo seguía oliendo a ella.

Al día siguiente me levanté temprano, me pegué una ducha y me fui para el urólogo que me había recomendado un compañero de equipo. Llegué, pagué 10€ (que es lo que se paga por ir al médico en este país cada 6 meses) y fui atendido por el doctor. Bueno, le expliqué mi problema y el buen hombre me dijo. Ahora te voy a hacer una inspección para ver que todo está bien. Yo con los pantalones bajados, y el hombre tocándome (la verdad que fue una sensación extraña, sino recuerdo mal, ningún hombre me había tocado nunca), me dijo, te voy a hacer una cosa ahora que puede ser un poco molesta… yo vi como abría una cánula le ponía como un gel, y me la introducía por la uretra…. ¡DIOS QUE DOLOR! Es la sensación más desagradable que me ha pasado jamás, es como querer morirte en ese instante, mira que me he dado golpes en mi vida, pero eso sin duda ha sido lo más doloroso/desagradable que me han hecho nunca. A partir de ese momento, juré que nunca más haría tonterías con las mujeres. El señor doctor me mandó tomar antibióticos, y él se quedaba con la muestra con los “bichitos” por si no me iba bien, el medicamento que iba a tomar analizar la muestra y cambiar el tratamiento. Me fui para casa pensado en la motivación que un hombre tiene que tener para ser urólogo y la verdad que no llegué a ninguna conclusión. Cuando bajé del metro vi a la chica húngara que me gustaba sobre todas las mujeres del universo. Ya se que puede resultar un poco raro si la noche de antes estaba con una chica diferente. Vosotros os preguntareis… pero vaya tío más subnormal… putero, perfecto hijo de puta, indecente, cínico, etc. Pero esa chica me gustaba mucho, así que no le dije de donde venía, hable un ratillo con ella y me fui para casa.

Todo fue normal hasta el domingo, yo estaba en casa, y la chica alemana de los temblores me dijo de quedar, la verdad que no tenía nada mejor que hacer, así que dije, ¿Porqué no? Vino a mi residencia a cenar. La verdad que esta chica era un poco extraña, no terminábamos de cuajar pero seguíamos insistiendo, era de las chicas que he conocido que mejor olían. Cenamos, nos calentamos y nos fuimos para mi habitación. Nos seguimos calentando y empezamos a jugar, a tocarnos. Yo le toqué a ella y ella a mí. No hubo Tiki-taca Salinas, ya que ella me dijo que no estaba segura. Estuvimos en la cama hablando, contándonos nuestras vidas, etc… Y ella me decía que no podía dormir, yo la volví a tocar (para ver si se relajaba) le dije, ¿Me pongo un condón? Ella me respondió…Sigo sin estar segura. Pero en un perfecto inglés me preguntó: ¿Deseas ser tocado? Yo le contesté: Buenas noches. Dormimos, le volvieron a dar temblores. Un espectáculo.

Había conocido en una semana las dos partes de Alemania, el este y el oeste. El blanco y el negro, factor común, eso solo lo saben mis allegados, pero solo os digo una cosa, ¡melocotón! Al día siguiente me desperté con un mensaje de la alemana rubia. Quería quedar otra vez. Yo me agobié, no volví quedar con ninguna de las dos. No me gustaba ninguna como me gustaba la chica húngara. No había motivación. Ya sabéis la moraleja, queridos lectores, cuando follas sin sentimiento es como hacerte una paja en compañía.

Hasta la próxima. Que no será dentro de mucho.

3 comentarios:

  1. Rompecorazones, long time no hear from you, esta segunda parte no fue nada mala jajajaja, ya tienes experiencias para escribir un libro. Cuidate melon, sabes que en Time-1 estamos alli. Besazoooooo

    ResponderEliminar